El caballito de totora es una embarcación construida desde mil a tres mil años a. C. con tallos y hojas de totora (Scirpus californicus). Está diseñado para transportar a un navegante con sus aparejos, utilizada para las faenas de pesca marina. El extremo anterior (proa) es aguzado y curvado hacia arriba, siendo el posterior más ancho. Cuenta normalmente con un largo de 4,5 a 5 metros; y un ancho de 0,6 a 1 m; su peso varía entre 47 y 50 kg y puede soportar 200 kg de carga útil. Desde hace tres mil años no ha variado su diseño. Ya los Mochica lo utilizaban hacia el 200 d. C., y actualmente es usado por pescadores de la costa norte peruana.
El Perú, cuna del arte de surcar olas, tradicionalmente, las raíces del arte de surcar olas se remontan directamente a los antiguos miembros de la realeza hawaiana, quienes corrían olas sobre unas tablas construidos por ellos mismos con materiales oriundos de la isla. Desde entonces, se conoce al arte de surcar olas como "el deporte de los reyes", y la mayor parte de la historia contemporánea, con frecuencia basada en estudios hechos en el Bishop Museum de Hawai, acostumbra a ubicar su origen en las azules aguas de Oahu y sus islas aledañas. Sin embrago desde algunas décadas, ciertos avances en el campo de la arqueologia precolombinas han revolucionado las teorías tradicionles del origen del arte de surcar olas y su conexión con las civilizaciones costeñas.
Esto debido a que, gracias a descubrimientos de culturas al norte del Perú, tan altamente desarrolladas como llegaron a ser las antiguas civilizaciones egipcias, se han encontrado evidencias de que estos hombres llegaron a correr olas hace cinco mil años, tal es el caso del reciente descubrimiento de las ruinas de Caral, cuya antiguedad se remota hace cinco mil años en el pasado. Existen dos culturas, Mochica y Chimú, descubiertas gracias a la evidencias de enormes ruinas o complejos arqueológicos. Los restos de estas culturas muestran una gran influencia marina, en un grado altamente superior al de cualquier otra civilización antigua. En su iconografía, como puede apreciarte en los restos hallados en la Huaca del Brujo, en el valle de Moche, abundan las representaciones de interminables secuencias de olas que, como indican los arqueológos, representaban el movimiento, la fuerza y el poder del mar como fuente de vida. Cristóbal Campana y Ricardo Morales, en su libro. Historia de una Deidad Mochica (1997) dice lo siguiente: " estas sociedades fuerón de las primeras en estar relacionadas activamente con zonas de mareas poderosas, a través de actividades como el transporte, la pesca, y los rituales. Nos han dejado numerosos ejemplos de diseños "protagonizados" por olas en la iconografía religiosa y el arte graficado en sus tejidos, frisos y cerámicas, muchos de las cuales son modelos a escala de la primeras embracaciones utilizadas para correr olas."